domingo, 21 de junio de 2009

Druidas (2001) -- una épica de lo menos épica.


Tras el éxito de "Braveheart", aquella épica que tenía a Mel Gibson con crines largas y pintado de celeste, forzando un acento escoces, en una versión muy libre de la vida del mítico William Wallace que él mismo dirigía, y con el monumental suceso de Gladiador, los franceses pensaron que era un buen momento para llevar a la pantalla la vida de una de sus figuras más importantes: Vercingetórix.

Vercingetórix fue una figura bastante similar a la de William Wallace. Fue líder de una rebelión que enfrentó a Julio Cesar en coyunturas similares a la de Wallace, solamente que mientras que a Wallace lo entregaron, Vercingetórix se rindió ante el Cesar tras el sitio de Alisia, para evitar que su pueblo y tropas murieran de hambre. Obviamente, terminó ejecutado públicamente tras cinco años de prisión.


La película fue una verdadera producción. Tuvo el mayor presupuesto hasta entonces para una película francesa. Y proyectaban un éxito a nivel mundial. Para eso, buscaron un reparto conocido a nivel mundial que cupiera dentro de sus posibilidades. La figura que encarnara al héroe celta debía ser una cara representativa de Francia y a la vez conocida mundialmente, sin contar que pudiera llevar adelante el papel de un caudillo de menos de 30 años lider de su pueblo. El elegido resultó ser otro que supo vestir pollera escocesa y forzar el acento: Christopher Lambert.

La carrera de Lambert jamás se repuso del golpe mortal que fue Highlander II. Más allá del suceso moderado de un par de películas, Cristobal quedó encasillado en el cine de video. Venía de despedirse de Connor MacLeod en "Highlander: Endgame", de realizar el thriller "Point Men". Dos películas que ni pincharon ni cortaron. Así y todo, fue la cara representativa de la película, en la que se lo ve con una ridícula peluca y un bigote chistoso, intentando mugir frases épicas.


El resto del reparto tenía a Klaus Maria Brandauer, el gordito alemán que juega al videojuego asesino con Sean Connery en "Never Say Never Again" (la que tenía a una Kim Basinger devorable), al eximio Max Von Sydow que está igualito al Gandalf Blanco del Señor del Apolillo... perdón, de los Anillos, y a la bonita española Ines Sastre. Igualmente, el personaje probablemente más interesante resulta ser la búlgara Maria Kavardijkova, mentora (¿y amante?) del líder galo.


A mitad de la filmación, un par de auspiciantes se bajaron, y la película debió terminarse a los ponchazos. Lo cual no parece, ya que toda la película resulta ser densa y poco tolerable. Apenas el leve entrenamiento que tiene Vercingetórix parece llevadero. Las batallas son soforíferas, y algún atisbo de emoción se ve de a ratos.

Al final, es una oportunidad desperdiciada de mostrar la vida de una figura histórica, y es otro clavo en el cajón de la carrera de Christopher Lambert.

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